Vamos a hablaros de una hazaña. De una historia en la que hubo héroes y vencidos, momentos grises y clímax máximo; un partido que bien podría narrarse como una historia, principalmente porque no se ven todos los días, ni todos los años. El encuentro de ayer en el campo de Sant Cugat tenía todos los ingredientes para ser una visita especial, un miércoles lluvioso especial, quizá el más oscuro o quizá el más esplendoroso; podía ser el partido que rompiera la racha de tantos años perdiendo en ese campo donde hemos acariciado bastantes remontadas y llevado pocos botines. Vamos a ponernos pesados, pero muchos recordarán ese partido que decidía un ascenso a Lliga Catalana y que finalmente nos empataron en el último segundo tras ir ganando desde el primer minuto. No hubo ascenso, dando lugar a una cómica tragicomedia contra Sabadell en la última jornada de fases. Si la memoria no nos falla, la Salle no ganaba en ese campo desde 2009. Sin embargo, ayer cogimos esa mala racha y la invitamos a mojarse bajo la lluvia. Una lluvia que no traía buenos presagios.
El punto contra Mataró de la jornada pasada, en cambio, sí traía buenos presagios. Sant Cugat era el rival a vencer y lo hicimos con una remontada épica. Por méritos propios, claro, igual que dejarlos escapar de 8 goles a falta de 13 minutos. Eso también fue por méritos propios. Lo dicho, el partido empezó mal para la Salle. Salimos lentos en defensa, poco duros; descentrados. Eso permitió que Sant Cugat se fuera en el marcador con parciales de 3 y hasta 4 goles, y que Lluís Calvera perforara repetidas veces la portería cual queso gruyère. Con transiciones rápidas y con un atinado Carlos Buxeres, conseguimos cerrar el marcador a tan solo un gol de diferencia.
Entonces, llegó la acción. Un conjunto de fallos al empezar la segunda parte, sumados a una blanda defensa, nos dejó en una situación fatal. A los doce minutos Sant Cugat ganaba de ocho goles (28-20), pero la reacción llegó justo a tiempo: la Salle avanzó la defensa para asombrosamente propiciar continuas pérdidas de balón de los locales. Lo irrecuperable, pues, parecía cada vez más recuperable. Se venía la remontada. Con autoridad y una ejemplar confianza (una muy buena actitud en el campo) la Salle salía disparada como una flecha cada vez que robaba o recuperaba un balón. Al final, ese juego permitió obrar el milagroso parcial de 0-9, que fue creciendo como un monstruo insaciable. Cada contraataque celebrado, cada parada imposible de Edgar Lohse, cada gol que sumábamos en el marcador. Parecía una cuenta atrás sin freno destinada al desenlace más épico posible: la victoria. Finalmente, quien se encargó de hacerla real fue Jose Mónaco, quien a pase de Carlos Clemente, que cortó el balón crucial, marcó de contraataque. El 31-32 final lo dice todo. Aprendamos de los errores porque la próxima vez la épica no nos salvará el partido. Pese a todo, fuerte aplauso.
Acta:
Salle Bonanova/ Edgar Lohse, Alex Martín De Nicolás, Jose Simón (2), Conrad Daubanton (2), Sergio Rodríguez (1), Nacho Clemente, Carlos Clemente (2), Jordi Pascual (1), Carlos Buxeres (2), Jose Mónaco (5), Carlos Paso (4), Max Duran, Enric Pascual (2), Javi Trias, Màrius Riba (11).
Vídeo resumen:
Fotos: FB Sant Cugat