El loco ascenso a una Nacional valenciana

Arranca la temporada 22-23 en Primera Nacional, y en la historia de la Salle, se ha dado un hito de lo más extraño.

Por primera vez en la historia, el grupo catalán ha colapsado por overbooking de equipos catalanes. Con Esplugues descendido de División de Honor B y los ascensos de Sant Vicenç y Salle Bonanova consumados, el Grupo D no ha podido acoger a todos los equipos catalanes, ofreciendo así un escenario de lo más insólito, que solo se ha podido resolver con una medida de altura: mover Salle y Sant Vicenç al Grupo «E», es decir, el grupo valenciano.

Vamos a centrarnos en lo que respecta a la competición, sin entrar en detalle de lo que esta situación ha afectado al club y a los jugadores (para bien y para mal). Estamos ilusionados, predispuestos y, sobre todo, estamos convencidos de que daremos el callo con creces en una liga de equipos desconocidos y competitivos a partes iguales. Saborear el merecido premio de ascender a Nacional en unas complicadas fases en Almoradí es lo mínimo que podíamos hacer. Y así lo estamos haciendo. Siempre lo cantamos: no nos rendimos nunca.

Senior A, temporada 2022/23. Primera Nacional.

De Almoradí hasta la luna: las fases de ascenso soñadas

Históricamente, son ya unas cuantas (cuatro) las fases de ascenso a Nacional que hemos disputado en el club. La primera, mágica, se saldó con unas fases en Zaragoza casi perfectas. La segunda, también en Zaragoza, la saldamos con un ascenso de carambola en el que quedamos como mejores segundos en el cómputo global de liguillas. La tercera, en Segovia, fue dura de pelar. Balonmano Navas «B», reforzados con jugadores de Asobal, nos bajó de las nubes con un partido de lo más peleado. Y, este año, consecutivamente, llegábamos a las cuartas fases en Alicante, Almoradí, sin muchas pretensiones. Tal vez por eso hicimos el partido redondo en el momento más determinante. Ganar a los anfitriones fue uno de los chutes de emoción y orgullo más dulces que recordamos. El caso es que teníamos lo más importante: un equipo unido dispuesto a pelearlo todo.

Gabi, excapitán del primer equipo, levantando la copa en Almoradí.

Obviamente, en el momento en que nos supimos campeones, no éramos conscientes del cambio que eso acarrearía. Compatibilizar desplazamientos a la Comunidad Valenciana cada dos findes sería el principal reto. Un compromiso que muchos jugadores se han visto incapaces de asumir y que, por otra parte, ha sembrado un mar de dudas entre otros tantos, que se preguntan cómo lo harán para jugar a Murcia un domingo currando al día siguiente. Lo decíamos al principio, este logro alcanzado en fases tiene sentido por un único motivo: por la unidad que hay en el equipo. Unidad que, por cierto, siempre ha caracterizado los grupos de la Salle. Que nadie se olvide que en nuestro club los jugadores pagan por jugar.

Este contexto no es que sea importante, directamente es necesario tenerlo presente para no perder de vista la implicación que hay en una temporada como esta (a todos los niveles, y extensible al club). Subimos a Nacional y, por jodido que fuera, íbamos a competir a Nacional.

Nueva temporada, nuevas caras y nuevos capitanes

La cara agridulce de todo esto al final son las bajas. Esos jugadores que, ante una temporada así, cierran el bote de resina para siempre. Victor Jouanneau, José Simón y Gabriel Benedicto, tres pesos pesados de la generación del 91, han dado un paso al lado y se han bajado del tremendo barco de esta temporada. Guillem Reixach, quien está currando en Huelva, también lo ha hecho por motivos evidentes.

Pero como este no es un artículo de homenajes y despedidas, vamos a centrarnos en la otra cara de la moneda: las altas. Según como, las vueltas. Hablábamos de que Guillem se iba, pues esta temporada vuelve su hermano, Jaume Reixach, pivote de la casa quien formó parte del senior A en 2011 hasta 2014, si no nos falla la memoria. ¿Os podéis imaginar la satisfacción que eso nos da? ¡¡¡Petamos de felicidad!!! Entre los fichajes de este año también se esconde un jugador revelación: Martín Oroz, un primera línea argentino, simpatiquísimo, que tiene una pipa terrible. En menos de un mes ya es uno más.

Martín Oroz, jugador del primer equipo.

Y luego está nuestro tesoro más valioso, la cantera, o en otras palabras, esos jugadores que han subido del B y que están metiendo caña a los más veteranos. Uno de ellos es Marc Tarrats, hermano de Gerard Tarrats, exentrenador del primer equipo, pivote rocoso, serio, competitivo, pulpo, y todo lo que queráis. Otro es Max Albert, fino central, que con 20 años ya deja destellos de calidad con muy buena pinta. De aquí al cielo. Y por último, Aleix Rovira, extremo izquierdo, ágil, peleón, cabezón y con unas ganas que le hacen comerse el mundo.

Jaume Reixach, jugador del primer equipo.

El hecho de que Gabi se haya pirado significa que la vacante de capitán por antonomasia ha quedado libre. David Sánchez, con 28 años, y a quien ya podríamos considerar veterano, ha sido el jugador elegido para representar al equipo. Un lujo de capitán, jugador y persona, que solo está pensando en meter gol. Eso es. Las sorpresas vienen ahora, con los siguientes tres capitanes. Lo de Javi Trias no es ninguna novedad: es el jugador más apreciado, con más temple y más diplomático que tenemos en el equipo. Era un brazalete seguro. Pero lo que sí nos ha hecho arquear las cejas este año es la elección de Joan Alegre y el mítico Albert Jené, el jugador más antiguo del equipo, recientemente condecorado por sus más de 20 años como jugador de la Salle. Joan es un relaciones públicas y un fiel devoto de la base salesiana, por lo que probablemente entendéis rápidamente por qué es capitán. Lo quiere, contagia a todos con su espíritu, es el nuevo nexo entre jóvenes y no tan jóvenes. Albert es experiencia y buena voluntad. Sabiduría para el equipo, que será importantísima.

El equipo tiene unos directores de orquesta inmejorables. La dirección y armonía, eso sí, está en las mejores manos: las de Pepi y Pep. Dicho este, que empiece el baile.

Primer partido, victoria contra Águilas de Murcia

El salto a Nacional siempre es sensible. Los porteros se vuelven infranqueables, la velocidad del juego pasa factura y los arbitrajes ganan mucho en criterio. Todo eso se dejó notar en nuestro debut del finde pasado contra el equipo murciano, Balonmano Águilas, que llegó con un bloque efectivo y colosal en ataque. En la primera parte no fallaron, aunque nosotros tampoco fuimos capaces de pararlos. Resumen: se hincharon de goles. Aún así, a la media parte palmábamos de dos.

En la segundo, el guión cambió. Edgar empezó a estar entonado, a sacar balones que nos dieron la vida y Conrad… Conrad sacó el brazo a pasear y enchufar desde todos los costados posibles. 11 goles metió, desde nueve metros principalmente, desatascando un ataque que vio la luz en momentos de acierto e inspiración de David, y de determinación de Alex Malagarriga. Águilas no peleó, se vino abajo. Y la Salle, con asombrosa paciencia, remató un partido que no estaba nada fácil.

Inaugurar una temporada como esta con dos puntacos es vital. Agua, coraje y la confirmación de que seguimos en la dirección correcta. Este finde nos vamos a Puerto Sagunto. Nos tocará madrugar para pillar el bus y llegar para el partido de la 13:00. Una vez allí, saldremos a ganar, como siempre. No somos adivinos, pero sabemos que nos los vamos a pasar dep*t*m***e.

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