Cuenta la leyenda que había un jugador en la Salle Bonanova que no podía acabar un partido sin picarse con el rival. «Ese tío siempre va de listo«, se indignaban unos. «A este, ojo no le pille un día…«, vociferaban otros. En realidad, ese puterío (creo que ese término le viene al pelo), siempre ha sido un fiel reflejo de la gran virtud que escondía Carlos Buxeres: ser el más competitivo del equipo. Competitividad, juventud, «sangre caliente», como dice él… Buxi llegó a las filas de la Salle a rebufo del Liceo Francés cuando era juvenil de primer año y no tardaría en dar el salto al «Senior A». «Pep salvadó, ex Barça y uno de los mejores entrenadores que he tenido (vieja escuela total), me dijo que me ayudaría a cambiar de equipo. Me enteré de que La Salle estaba «fichando» jugadores y que era un club comprometido con una buena generación (la del 94). Estaba al lado de casa y no me lo pensé dos veces«. Cuando dice al lado de casa, es literal. Una de las grandezas de este equipo es que se ha forjado desde la base con jugadores del colegio y alrededores: Putxet, Bonanova, Sant Gervasi, Vallcarca, Sarrià… Buxi no iba a ser la excepción.
Tras cinco temporadas en el primer equipo, el central ha emprendido este año una nueva aventura laboral en las Holandas (Amsterdam), que lo ha alejado de sus lares de origen. Cuando le pregunto que se quede con la plaza de Rembrandt o la plaza Bonanova, me contesta esto: «Mi hogar siempre será Barcelona, la mejor ciudad de todas«. Eso me hace pensar que no tardaremos mucho en recuperarlo, aunque me alegra saber que, de momento, su etapa en el extranjero ha sido fructífera balonmanísticamente hablando. Ha entrenado dos meses con el primer equipo de Volendam, «un buen club, de los mejores de Holanda» y, aunque al final no continuó por cuestiones logísticas, está orgulloso de la experiencia. El nivel era alto y la experiencia fue breve pero muy buena«.

Debut de Carlos Buxeres con el Senior B (temporada 2012/13)
Con Buxi afincado en el país de los tulipanes, toca hablar de su pasado, que es corto pero intenso. Ya como pipiolo en el segundo equipo del Sénior, Carlos era uno de esos jugadores a quien le gustaba marcar territorio con su carácter y su juego imprevisible. El salto al primer equipo llegó de la mano de Kily (adorado entrenador en esta casa, pese a su sangre verde-amarilla), una figura que marcaría sus próximos años en el club: «He estado 5 temporadas seguidas con Kily como entrenador. Lo conocí en juvenil de segundo, con 16 años. Kily es una persona emocional, líder, con personalidad, ganadora, insaciable, divertida, reflexiva, e inteligente. Un gestor de grupos espectacular«. Todos los que hemos entrenado con él, sabemos que tiene razón. Probablemente, su papel explique su despegue como jugador.
«A mi no me gusta perder en nada y siempre voy a hacer lo posible para poder ganar. Los que me conocéis lo sabéis bien». Suscribo. El juego de Buxi siempre tuvo un componente de desquiciar al rival que con el tiempo mermó. Pero la gente no se acordará de él por eso, ni mucho menos. Quienes hayan jugado con o contra él destacarán antes su buena visión de juego desde el ala central, también su lanzamiento seco en apoyo, inesperado. Sus roscas delicatessen, su precisión al finalizar o su efectividad en los pases. Al final, era cuestión de tiempo que, con su actitud, opositara a la segunda capitanía, que alcanzaría con tan solo 23 años. «Que mis compañeros me elijan como capitán es un auténtico premio para mí. Todavía más sabiendo la cantidad de veteranos que hay en el equipo, que las han visto de todos los colores«. Algún día a Xavi Hernández también le tocó arremangarse el brazalete (con permiso de Puyol, es decir, de Carlos Clemente).
Con el rol de segundo capitán, su figura pasó de ser importante a imprescindible. Aunque no todas las hazañas se remontan al año en que La Salle logró el histórico ascenso a primera nacional. En una reñidísima penúltima jornada de Lliga Catalana, en la que había un título de liga en juego, se encuentra uno de sus mejores recuerdos… «La victoria contra Bordils, el segundo clasificado, en casa, que nos hacía matemáticamente campeones de Lliga Catalana, fue uno de los mejores momentos. Con gol en el último segundo de Paso, de penalti«. Echando cuentas, esa liga, en la que cada punto valía oro, él fue protagonista de algunas victorias históricas, como su gol en el último segundo contra Pare Manyanet. «Nacho Clemente me dijo a la oreja «dámela que la voy a meter por toda la escuadra». Y eso hago, obviamente.», relata. «Le salen 3, me ve sólo, me la pasa mientras me grita «chuta!», y marco en el último instante. De los siguientes 30 segundos no me acuerdo de nada. Adrenalina en estado puro.»
Veo este vídeo y me pregunto cuánto estará echando de menos todo esto… «La sensación de despertarse el sábado y que haya partido, de estar toda la semana dándole vueltas al rival contra el que juegas, de hacer pesas en el patio del colegio y correr bajo la lluvia. Son cosas que extraño mucho«. Exacto. Aunque lo de correr a latigazos de viento por el colegio mientras los residentes se ríen de ti bajo la capucha seguro que no. Este año el equipo está trabajando más duro que nunca para mantener la categoría. Su baja sensible no ha sido la única, pero estoy seguro de que cree que cumpliremos con el objetivo de la permanencia. «El relevo está listo, y entre el potencial de los nuevos y la experiencia de los que llevan toda la vida aquí, veo al grupo preparado. Creo que lo importante para el equipo ha de ser pensar en los que sí están y confiar en que se saldrá adelante. Nos salvaremos«. Poco más cabe añadir, pues él sabe de sobra que esa Salle nunca se rinde. Y aunque su gasolina nos iría muy bien, tenemos cuerda para temporadas y más temporadas. En cualquier caso, y como bien me olía al principio, no creo que tardemos mucho en volver a verle… «No veo esto como un punto y final, más bien cómo un punto y aparte. Volveré.»